miércoles, 22 de noviembre de 2017

Higiene dental para prevenir enfermedades


¿Has escuchado hablar de la relación entre la boca y el cuerpo? Lo que entra por la boca puede afectar al resto del cuerpo y viceversa. En otras palabras, la salud bucal es fundamental y está relacionada con la salud y el bienestar general.
Existe una relación entre la salud bucal y la salud general, ya que la boca está llena de muchas bacterias, de las cuales existen más de 400 tipos incluidas las relacionadas con las caries dentales, las enfermedades periodontales (de las encías) y los males sistémicos que afectan la salud. Por lo general, estas bacterias se mantienen bajo control con una buena higiene bucal, como el cepillado y el uso de hilo dental, así como con visitas periódicas al odontólogo. Cuando las bacterias perjudiciales crecen fuera de control pueden ocasionar infecciones en las encías y representar un punto de entrada de enfermedades al torrente sanguíneo.
La caries es una enfermedad infecciosa que tiene lugar por la acción de los ácidos que producen los microorganismos de la placa dental y que se caracteriza por la destrucción de los tejidos duros dentarios.

A estos factores se han añadido últimamente otros de menor importancia como la edad, el tipo de saliva y la inmunidad (“baja de defensas”). Los alimentos y los microorganismos atrapados en zonas donde se empacan a la hora de comer forman placa dentobacteriana o biofilm. Los ácidos atacan el esmalte produciendo primero la mancha blanca y posteriormente la cavitación (formación de un hueco) o destrucción del diente.
Además, cuando la caries da lugar a pérdidas de uno o varios dientes, estas ausencias, a su vez, conducirán a problemas masticatorios y digestivos, así como estéticos y de relación social. También es importante saber que una persona con alto riesgo de caries puede encontrarse en un momento dado con una mayor predisposición para padecer enfermedades sistémicas (diabetes, enfermedades del corazón, etcétera).
Una limpieza profesional —cada 3 o 6 meses— realizada por un odontólogo o periodoncista removerá la placa y el sarro en áreas difíciles de alcanzar, que son susceptibles a la enfermedad periodontal. Además, mostrará cómo debe realizarse el cepillado correcto.



Asimismo, la salud bucal puede evitar otras afecciones. Diversos estudios indican una relación entre padecimientos de encías graves y ciertas enfermedades que afectan el organismo, incluyendo la diabetes, el Alzheimer y males del corazón. De igual forma, diversas afecciones pueden repercutir en la salud bucal:
  • La boca puede representar un depósito directo para la contaminación bacteriana de los pulmones con posterior desarrollo de neumonía bacteriana.
  • Las personas con sistemas inmunológicos débiles tienen más probabilidades de adquirir infecciones micóticas (hongos) y virales en la boca. Un ejemplo de lo anterior es los “fuegos” labiales o el “algodoncillo”, que se puede presentar tanto en niños como en adultos.
  • Algunos trastornos de la sangre, gastrointestinales como el reflujo, enfermedades respiratorias y afecciones también pueden afectar la salud bucal, ya que los ácidos desmineralizan el esmalte de los dientes y pueden causar lesiones cariosas.
  • Los medicamentos que se toman para atacar otras afecciones pueden ocasionar boca seca, lo cual suele aumentar el riesgo de caries dentales, infecciones bucales de candidiasis y otros contagios bucales.

Por otro lado, las enfermedades cardiovasculares y los infartos se relacionan con la forma en que vivimos y con nuestras conductas poco saludables, como el ejercicio físico insuficiente, malos hábitos alimenticios o sobrepeso y obesidad.
Con respecto a lo anterior, los investigadores han descubierto que las personas que sufren enfermedades periodontales corren doble riesgo de contraer padecimientos de las arterias coronarias. Con el incremento en el riesgo de problemas de salud del corazón, incluidos la hipertensión, los males del corazón y los infartos, lo más recomendable es llevar a cabo medidas preventivas, como platicar con el odontólogo o periodoncista acerca de las medidas preventivas para mantener una buena salud oral.


martes, 21 de noviembre de 2017

La dieta en la Caries Dental

La dieta desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la caries dental. Aunque no existe una relación directa entre malnutrición proteico–calórica y la caries, el déficit de vitaminas (A, D), calcio y fósforo puede ocasionar alteraciones en el desarrollo dentario y retraso en la erupción. Sin embargo son muchos los estudios epidemiológicos que correlacionan el consumo de azúcar con la prevalencia de caries y en los que se demuestra una clara asociación entre frecuencia de consumo y la ingesta entre comidas y caries .

Por otra parte son varias las características de los alimentos que pueden influir en el potencial cariogénico de estos: concentración de sacarosa, consistencia, aclaración oral, combinación de alimentos, secuencia y frecuencia de ingestión y pH de los alimentos.

La frecuencia en la ingesta de alimentos cariogénicos sobretodo entre comidas tiene una fuerte relación con el riesgo de caries, pues favorece cambios en el pH y alarga el tiempo de aclaramiento oral lo que incrementa la probabilidad de desmineralización del esmalte. Respecto a la consistencia y aclaramiento oral son varios los estudios que han observado que algunos alimentos, aun con un alto contenido de azúcar, pueden tener mayor solubilidad y son más rápidamente eliminados de la cavidad oral, mientras que alimentos con un alto contenido en almidón (pan, cereales, patatas) pueden incrementar la producción de ácidos y es más lenta su eliminación de la cavidad oral.

Puesto que la dieta es un factor determinante en el desarrollo de la caries es preciso dar una información adecuada a los pacientes. Además no hay que olvidar que un incremento en azucares no solo supondrá un mayor riesgo de caries sino también un riesgo incrementado a padecer obesidad, y así una mayor predisposición en adultos a sufrir enfermedades como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares (hipertensión, colesterol), las respiratorias (apnea, asma), ortopédicas (fracturas) y hepáticas .

Establecer unos cuidados dentales a partir ya de los 12 meses de vida del niño, constituye una de las estrategias preventivas más adecuadas frente a la caries, incluyendo recomendaciones dietéticas y las instrucciones de cómo realizar una correcta higiene oral a partir de la erupción de los primeros dientes temporales. El control de dieta no sólo influirá favorablemente en la salud oral sino también en la salud en general del niño.

Los estudios epidemiológicos demuestran que la leche humana y la lactancia materna en los niños favorece el desarrollo físico y nutricional y supone unas ventajas psicológicas, sociales, económicas y ambientales, mientras que disminuye significativamente el riesgo de padecer un importante número de enfermedades crónicas y agudas. Así, la lactancia materna y como tal la leche materna por sí sola, no resulta cariogénica. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que, en combinación con otros carbohidratos o administrada con un alta frecuencia por la noche o a demanda del niño, se asocia a caries tempranas en el niño. Caries que se desarrollan tan pronto el diente hace erupción, en superficies lisas, que progresan rápidamente hasta tener un impacto ampliamente destructivo en la dentición. Por el mismo motivo se hace necesario evitar el uso frecuente del biberón con zumos o hidratos de carbono. Puede usarse con agua, por ejemplo, utilizándolo como elemento tranquilizador mas que nutritivo.

Es aconsejable evitar comer entre comidas o limitar el consumo de azúcares a las horas de las comidas, donde el flujo salivar es mayor y permite un rápido aclaramiento oral. Este periodo de aclaramiento dependerá de la consistencia de los alimentos y la solubilidad de las partículas, además de características individuales como la masticación, cantidad y características de la saliva. Es, pues muy importante una baja frecuencia en la ingesta de carbohidratos.

Así se ha visto que alimentos que contienen entre un 15 y un 20 % de azucares, especialmente sacarosa, son de los más cariogénicos, sobretodo entre comidas. Sin embargo, existen otros carbohidratos como la fructosa, con mayor poder edulcorante que la sacarosa, pero con menor poder cariogénico. Del mismo modo, el xilitol, al no ser utilizado por los microorganismos para producir ácidos, no resulta cariogénico, e incluso tendría un efecto anticaries al incrementar el flujo salival, aumentar el pH y al reducir los niveles de Streptococcus mutans por interferir con su metabolismo

Por otra parte, existen diferentes alimentos que pueden tener efectos cariostáticos. En estudios con animales han observado que comidas con alto contenido en grasas, proteínas, calcio y flúor pueden proteger contra la caries. Las grasas cubren el diente, reduciendo la retención de los azucares y la placa, además pueden tener efectos tóxicos sobre las bacterias. Las proteínas incrementan la capacidad tampón de la saliva y tienen efecto protector sobre el esmalte. Conjuntamente las grasas y proteínas elevan el pH tras la ingesta de carbohidratos. Otro tipo de alimentos serían aquellos que a través de su masticación estimulan el flujo salival y, de esta forma, se tampona el pH ácido y se favorece la remineralización del esmalte.

En adolescentes es importante reducir el consumo frecuente de bebidas azucaradas pues supone un factor particular asociado al desarrollo de caries en los dientes.

Por otro lado, se hace necesario implantar sistemas para la promoción de la salud siendo clave la educación sanitaria, no sólo con programas específicos referidos al ámbito dental, sino que resultan más interesantes las estrategias de colaboración con otras especialidades mejorando en general la salud del individuo. En este apartado resaltamos los programas de educación maternal, las directrices sobre salud oral dirigidas al personal que trabaja en las guarderías, la prescripción de medicamentos sin azúcar y las acciones a nivel de las compañías de alimentación para que etiqueten, de manera adecuada, simple y uniforme el contenido de los alimentos.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Comer frutas y vegetales reduce riesgo de diabetes

Las personas que comen más frutas y vegetales correN menos riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, y consumir una amplia variedad de esos alimentos saludables sería clave para prevenir la enfermedad, según revela un estudio británico.
Los resultados, publicados en la revista Diabetes Care, no prueban que comer frutas y vegetales evitará la condición, que está relacionada con la obesidad y la edad avanzada, pero los investigadores dijeron que esto debería brindar a las personas más incentivo para mejorar su alimentación.
El estudio sobre más de tres mil 700 adultos estadounidenses reveló que aquellos que comían la mayor cantidad de frutas y vegetales por semana tenían menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 durante 11 años que los que consumían las menores cantidades de esos alimentos.
El riesgo de diabetes también fue menor entre las personas que comían mayor variedad de frutas y vegetales, más allá de la cantidad concreta que consumían. Esto sugiere que las personas deberían focalizarse no solo en cuántas porciones de frutas y vegetales comen por día, dijo la investigadora Nita Forouhi, del Instituto de Ciencia Metabólica en Cambridge, Gran Bretaña.
"El hallazgo sobre la variedad en la ingesta es nuevo y emocionante, dado que demuestra que independientemente de la cantidad consumida, tenemos la posibilidad de obtener beneficios adicionales e importantes al escoger una variedad de diferentes frutas y vegetales como parte de una dieta equilibrada", agregó la autora.
Una porción equivale a media taza de vegetales cocidos o a una fruta fresca de tamaño mediano. Para el estudio, el equipo observó datos de tres mil 704 adultos de entre 40 y 79 años que participaron de un estudio más amplio sobre nutrición y enfermedades crónicas. De esas personas, 653 desarrollaron diabetes tipo 2 durante 11 años.
Del tercio con el mayor consumo -generalmente unas seis porciones de fruta o vegetales al día-, el 16 por ciento fue diagnosticado con diabetes tipo 2, comparado con el 21 por ciento del tercio de participantes con la menor ingesta de vegetales y frutas (alrededor de dos porciones diarias).
Los investigadores hallaron un patrón similar cuando se trataba de la variedad. Las personas que comían, en promedio, 16 tipos diferentes de frutas y vegetales por semana eran un 40 por ciento menos propensas a desarrollar diabetes que aquellas cuyo consumo promediaba los ocho tipos diferentes.
La variedad sería clave porque ayuda a asegurar que se recibe un amplio rango de nutrientes. Esto incluye no solo vitaminas y minerales, sino también fibra y compuestos de las plantas llamados fitoquímicos, que ayudarían a proteger a las células del daño que puede llevar a enfermedades crónicas.